¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL Y TAN FÁCIL PERDONAR?

02.01.2023

Porque naturalmente el acto de amar se dirige primera y espontáneamente a ti mismo. Desde que siendo niños empezamos a tener una idea vaga de que existimos y que somos un ser único, distinto a otros, empezamos a querernos a nosotros mismos y, por lo tanto, surge el instinto de autodefendernos de aquello que sentimos nos lastima.

Así va creciendo lo que después llamaríamos como "amor propio", que no es mas que el conjunto de elementos que hacen posible nuestro particularísimo "yo": nuestro pensar, nuestro querer, nuestro sentir, nuestro cuerpo y, con ello, todo lo que nos pertenece.

El amor propio, lo que tiene de connatural, lo tiene de peligroso, porque, así como funciona de legítimo mecanismo de defensa, también alimenta con suma facilidad la soberbia, ese sentimiento de excelencia que tenemos sobre nosotros mismos... ¡y aquí empieza el problema!

Al creernos excelentes, y que en todo tenemos razón, parece que a nuestro alrededor, a manera de capa, se levanta una red tan fina como sólida, que pensamos debe protegernos de lo que consideramos la más mínima ofensa del exterior: una mirada, una mueca, un ceño fruncido, un ademán, etc... Pero si estas minucias nos parecen insoportables, ¿qué podemos decir de las verdaderas injurias, de los ataques deliberados, de las deudas pendientes, de las grandes traiciones, de las muertes provocadas?... Verdaderamente sentimos que son sablazos mortales a la dignidad ultrajada y que por lo mismo reclaman defensa, ¡justicia!... ¡venganza!

Sí, humanamente entiendo que se pueda pensar o desear que el agresor pague su falta hasta con la muerte si fuera posible. Y así dejamos crecer la ira, como los otros pecados capitales que se convierten en monstruos siempre insatisfechos... ¡al igual que nuestro desequilibrado ego!

Para aplacar a estos siete engendros (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza) sólo existe un remedio que lamentablemente, por decirlo así, no es humano: que el hombre vaya contra sí mismo, que "mate" en sí mismo esa plaga incontrolable, que se "hiera" a sí mismo, que "mate" lo más íntimo que tiene: su propio ego... Esto pareciera un suicidio psicológico...

Efectivamente, así lo veo. Por eso es tan difícil perdonar, por que primero debes "matar" en ti mismo ese odio o rencor que puedas sentir por otro... ¡Qué difícil!... ¡Se necesitan fuerzas sobrehumanas! Recuerda que, si las pides, Dios te las dará.

¡Pero qué fácil es perdonar!... Basta que te decidas con determinación a hacerlo ya.

Es fácil, cuando te convences que no hay otra salida, que el perdón es la única solución, la más sensata, la más efectiva, la más sana, la más satisfactoria... ¡El perdón es cátedra divina!

Si eres cristiano, te convencerás de que el perdón, junto con el amor -porque el uno conlleva el otro-, es el máximo y más heroico valor que pueda haber en este mundo...

Simplemente porque en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo ¡se abrazaron el Perdón y el Amor!... Porque "...así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden...", es la única medida en la que seremos perdonados.

¡Qué misterio de Amor!